24 marzo, 2011

Joven infancia.

La infancia constituye nuestra patria. Puede ser ese paraíso que todos creemos haber perdido; el edén íntimo del que un día fuimos expulsados a un mundo donde nada volverá a significar lo que significaba, donde la realidad es capaz de descargar su peso hasta ahogarnos. Pero la infancia es también el pozo oscuro de los secretos inconfesables, de los miedos sin rostro, el infierno pétreo de la culpa del que emergen los adultos emocionalmente inválidos.

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